La pancreatitis se caracteriza por la inflamación aguda (reversible) o crónica (irreversible) del páncreas. La aguda presenta síntomas claros, como es un dolor fuerte en la boca del estómago, detectándose a través de un simple análisis de sangre en el que las enzimas pancreáticas están elevadas. La crónica, de desarrollo ...
La pancreatitis se caracteriza por la inflamación aguda (reversible) o crónica (irreversible) del páncreas. La aguda presenta síntomas claros, como es un dolor fuerte en la boca del estómago, detectándose a través de un simple análisis de sangre en el que las enzimas pancreáticas están elevadas. La crónica, de desarrollo más lento, no se percibe con tanta claridad, lo que va retrasando el diagnóstico.
Entre las complicaciones asociadas a las pancreatitis se incluyen la malnutrición y la formación de quistes. En la crónica se producen, además, insuficiencia pancreática, insuficiencia endocrina, osteoporosis, infecciones, diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc. que complican la salud del paciente y empeoran el pronóstico.
Las pancreatitis suelen estar relacionadas con la existencia de cálculos biliares y el consumo de tabaco y alcohol (compuestos tóxicos para el páncreas). Resulta esencial evitar su consumo porque no existe una dosis mínima o máxima que afecte al páncreas. Lo mejor es eliminarlos.
En España se diagnostican anualmente unos 30.000 casos de patologías de páncreas, siendo la más frecuente la pancreatitis aguda seguida de la crónica. Su pronóstico empeora cuando no son diagnosticadas a tiempo, por lo que es fundamental acudir al médico, debiendo estar alerta ante síntomas como un dolor de estómago que no se cura con el tratamiento farmacológico habitual, alteraciones digestivas, hinchazón abdominal, pérdida de peso, diarreas frecuentes, etc.
Las recomendaciones generales denominadas medidas preventivas pasan por modificar tu estilo de vida y mejorar tu dieta. En relación con tus hábitos, debes evitar el sedentarismo y hacer ejercicio físico moderado habitualmente. Es necesario moverse y ser dinámico. Caminar, bailar o nadar pueden ser soluciones idóneas para empezar a activarte si eres una persona sedentaria.
A nivel nutricional, es aconsejable una alimentación rica en frutas y verduras, con pocas proteínas y grasas animales y alta proporción de vitamina D para proteger el buen funcionamiento del páncreas. Está presente en pescados (salmón y caballa) o mariscos (ostras y langostinos), mejor frescos pero cualquier alternativa es aceptable.
La luz del sol es una fuente directa de vitamina D que resulta asequible para todos. Solo precisamos salir al exterior y permitir su contacto con nuestra piel. Para aumentar su efectividad es recomendable que llegue a la mayor superficie corporal posible. Aprovecha cualquier momento para pasear y disfrutar del sol a diario. Eso nos gusta a todos y resulta muy sencillo hacerlo.
Debes incluir también alimentos antioxidantes en la dieta, pues se encargan de eliminar los radicales libres presentes en el organismo, resultando imprescindibles para facilitar la función pancreática. Puedes encontrarlos en frutas, verduras, aceite de oliva, té verde y frutos secos. Sería recomendable consumir: aguacates, brécol, cítricos, nueces y espinacas, por ejemplo.
Una receta sencilla para cuidar tu páncreas. Elige un aguacate en su punto de sazón. Pélalo y córtalo a la mitad. Disponlo abierto en sus dos mitades sobre un plato y añade unas gotas de limón. Rellénalo con gambas cocidas y peladas, un tomate troceado y nueces. Alíñalo con aceite de oliva virgen, limón y albahaca.
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