De librero en Cronopios (Santiago de Compostela) a brillante autor de tu obra "Seré feliz mañana" es su primer libro. ¿Qué relación hay entre una y otra? Acabé trabajando en Cronopios en una época de incertidumbre a nivel personal en la que me había refugiado en los libros. Y empecé a ...
Acabé trabajando en Cronopios en una época de incertidumbre a nivel personal en la que me había refugiado en los libros. Y empecé a publicar mis diarios en un momento vital de transición en el que necesitaba un cambio, un golpe de timón. Supongo que la relación que existe entre ambas cosas es mi necesidad periódica de refugios y de cambios.
No sé si es más fácil, pero es mi modo de hacerlo en este momento. Yo ya he escrito mucho para mí mismo, desde pequeño, y de repente me ha interesado escribir para ser leído. Ahora pienso que cuantos más lectores tenga, mejor. Lo bueno de los lectores es que al leerte convierten lo que escribes en otra cosa; y de hecho lo convierten en tantas cosas como lectores tengas. El mismo texto puede ser "aburrido", "previsible", "emocionante", "divertido" según las manos del lector en las que caiga, y esa multiplicación me parece muy interesante y estimulante. Hace que me exija más al sentarme a escribir.
Empecé a publicar lo que escribía en Instagram de manera muy consciente. Trabajando en la librería veo que muchos libros estupendos pasan desapercibidos entre la marea desquiciada de novedades editoriales. E incluso teniendo éxito con el proceso de publicación habitual, es decir, escribir en tu casa e ir luego a una editorial para intentar que alguien te haga caso, el libro publicado puede quedarse en nada si luego no encuentra lectores, algo bastante habitual. Publicar en Instagram fue la forma que elegí yo para empezar a darme a conocer entre los lectores, sin intermediarios.
Hay muchísimas razones para escribir y todas me parecen válidas. Yo digo mucho que escribo para ser leído porque es verdad, pero también escribo para saber lo que pienso sobre un tema, o para pararme un segundo y ordenar algo que he vivido, o pensado, o sufrido. Se puede escribir sin la intención de ser leído, para ti mismo, para guardarlo en un cajón o en un disco duro, pero la experiencia es totalmente diferente, al menos en mi caso.
Para mí escribir es conseguir que lo que vives dure un poco más. Los textos de un diario con el tiempo son algo parecido a las fotos antiguas. Reflejan muy bien la persona que eras en el momento en que lo escribiste, aunque a lo mejor en el momento en que lo lees esa persona ya no te guste tanto. Cuando pasan unos años, de hecho, te llevas las manos a la cabeza ante algo que has escrito y por tanto has pensado. Pero yo creo que hay que ser leal a la persona que fuiste y no borrarlo, ni modificarlo a tu antojo, porque ya no estés de acuerdo. Lo otro sería como arreglar con photoshop una imagen antigua, de los quince o de los trece, porque tu peinado de entonces ahora te resulta absurdo.
Yo he sido una persona que ha vivido mucho hacia dentro. Y, en algún momento, me di cuenta de que los libros que más me gustaban y las personas a las que más admiraba vivían hacia fuera. Eran observadores, curiosos, prestaban atención a las personas que tenían enfrente y se interesaban por sus vidas. Desde entonces he tratado de convertirme en una de esas personas y de escribir ese tipo de libros. Para esto el diario me ha ayudado mucho. A fijarme en todo, a ser curioso. Se vive de una forma más intensa, más completa y mucho más divertida que mirando siempre para dentro, donde yo creo que al rato uno ya no encuentra nada que rascar.
Tengo amigos que piensan que lo de las iniciales me lo he inventado yo y tiene una tradición larguísima en la literatura en general y en los diarios en particular. Creo que aporta un punto de misterio y además me permite cierta libertad para desbarrar un poco sobre mi vida y mi entorno sin demasiadas consecuencias.
Sin duda lo que más me gusta es despertar sonrisas en los lectores, no digamos ya si consigo risas. Los libros humorísticos de Eduardo Mendoza fueron los que me convirtieron a mí en lector; por eso le doy una importancia tremenda al humor en la literatura. Es una consecuencia, supongo, de la importancia que le doy en la vida.
En mi vida cotidiana la cultura pop está muy asimilada. Sale continuamente en la conversación con mis amigos cuando estamos tomando unas cañas en una terraza, y luego paso mucho tiempo consumiéndola, creo que es algo generacional. Luego simplemente lo traslado al diario de forma muy natural, de la misma forma que incluyo una discusión con mi novia, la última ocurrencia de un amigo, o una anécdota festiva en la librería.
Lo que espero es tener siempre algo que contar. Tener algo que contar y sentir como al sentarte a escribir los dedos teclean prácticamente solos es una experiencia impresionante.
¿Quieres escuchar nuestros podcast ? Únete a nuestra comunidad y sumérgete en un mundo de inspiración y empoderamiento para la mujer moderna.
Las últimas tendencias en salud, maternidad, viajes, cultura y feminismo en nuestra revista.
Acceso a noticias y newsletters exclusivas
Descarga de materiales únicos, como webinars, podcasts o vídeos
¿Te lo vas a perder?
Acceder