A poco más de una semana del inicio de las fiestas navideñas, se "cuelan" en nuestras mesas deliciosos mazapanes, turrones, polvorones o mantecados, entre otros dulces. Sin embargo, muchos ya piensan en perder los kilos de más que puedan ganar, sin valorar qué alimentos son saludables y si pueden, o ...
A poco más de una semana del inicio de las fiestas navideñas, se "cuelan" en nuestras mesas deliciosos mazapanes, turrones, polvorones o mantecados, entre otros dulces. Sin embargo, muchos ya piensan en perder los kilos de más que puedan ganar, sin valorar qué alimentos son saludables y si pueden, o no, prescindir de ellos. Caelum, tienda y cafetería que ya ha superado "la mayoría de edad" en el Gótico barcelonés (calle de la Palla,8 ), tienen dulces cuya elaboración se remonta 800 a años atrás. Conxita Mont, cofundadora de Caelum junto a la desaparecida Gemma Arruga, nos cuenta que, bondades sensoriales aparte, dulces como el mazapán "alimentan mente y alma y revitalizan el organismo humano".
"La clave está en ingerir dulces elaborados con grasas buenas que tu cuerpo asimile y no acumule. Todo aquello que no se elimina, es dañino para nuestro organismo. Por lo tanto, debemos apostar por grasas sin tratar ni manipular, como la manteca de cerdo. Pero no solo eso: muchos dulces ayudan a sanar el organismo", explica.
Por ejemplo, el mazapán con almendra amarga -en baja cantidad- ayuda a hacer la digestión. Durante más de 100 años, el chocolate a la taza se consideró algo delicioso y curativo, ya que su sabor amargo era bueno para el hígado y el estómago. Y el turrón blando de Jijona debe ser algo aceitoso para aprovechar las propiedades del aceite de almendra.
Respecto a los polvorones o mantecados, estos se deshacen en la boca y lo único que los mantiene cohesionados son los aceites de los frutos secos. "Lamentablemente ya no tienen el valor de años atrás. Sin embargo, lo importante es preguntarnos porqué envejecemos. En mi opinión, nos secamos por dentro, ya que no incorporamos las grasas y aceites naturales que necesitamos", añade Mont, quien nos da más ejemplos acerca del poder nutritivo y alimentario de los dulces.
"Los deportistas que atraviesan el desierto del Gobi llegan a soportar temperaturas diurnas entre 40 y 50 grados y nocturnas entre -5 y -7 grados centígrados. La mayoría suelen llevar trozos de mazapán en su mochila: les alimenta, pero también regenera sus músculos, tendones y piel. Les aporta toda la proteína vegetal que necesitan", añade Mont.
"Se dice que las Galletas de la Alegría y la Inteligencia, de Santa Hildegarda de Bingen, vigorizan los cinco sentidos y retrasan su envejecimiento, además de mantener el hígado en buen estado. En el caso de los licores, algunos de hierbas como el Eucaliptine, elaborado por los monjes del Monasterio de Santa María La Real de Oseira en Orense (Galicia), contiene hojas de tres especies de eucaliptus- Biminalis, Tasmania y Rostrata- junto con otras plantas medicinales que lo convierten en un digestivo de primera", especifica.
El licor Eucaliptine y las Galletas de la Alegría y la Inteligencia, junto a otros dulces, licores y vinos de misa, se pueden comprar y degustar en Caelum, donde presumen ir más allá de la producción artesana. "En los monasterios y conventos de clausura, todo se hace a mano. Los/as monjes/as trituran la almendra -normalmente usan la de mayor calibre-, a fin de conservar todas las propiedades, especialmente los omegas. Las frutas las recogen de noche, a la luz de la luna, también a mano. Además de la elaboración tradicional, todavía pervive la idea de que la comida es sagrada". Por lo tanto, desde Caelum insisten en que no siguen los "tempos" ni los métodos de producción artificiales de la sociedad de consumo actual: "Nos gusta decir que somos antisistema".
Entre los dulces estrella de estas fiestas destacan los mazapanes en forma de pez y anguila. El primero fue el símbolo cristiano hasta el siglo IX cuando se sustituyó por la cruz, el segundo proviene de civilizaciones antiguas -egipcios, griegos, romanos y godos- que veneraban animales como la serpiente, símbolo del conocimiento. También tienen una gran acogida los mazapanes en forma de queso o corazón, las yemas de Santa Clara, las castañas confitadas (Marrón Glacé), las mantecadas y los turrones.
Como novedades de este año, llaman la atención las cajas de música con neules de chocolate y canela dentro, las velas aromáticas para ambientar la casa y los perfumes, pensados para "cambiar el estado de ánimo" de quien los lleva, pero también de las personas con las que entra en contacto.
Preguntada sobre sus dulces preveridos, Mont opina que los mazapanes son espectaculares, aunque también le encantan las bolas de coco, las rosquillas, los bizcochos de canela y las trufas de chocolate negro llamadas Pecados de Judas, del Monasterio de Santa Clara. "El hecho de comer cualquiera de estos dulces, me parece un lujo. Recuerdo cómo me impactó la mirada y la expresión de un turista alemán que probó una de nuestras tartas. Me comentó, emocionado, que le recordaba a su infancia. La memoria reptiliana es lo más poderoso que tenemos", reconoce.