La naturaleza es vida. Pero es mucho más que eso, es volver a reconectar con nosotras mismas, con nuestra esencia a través de lo más primario y natural. El ajetreo de la vida diaria, el ruido, los coches, la contaminación, las prisas; todo ello son elementos artificiales que, en cierta ...
La naturaleza es vida. Pero es mucho más que eso, es volver a reconectar con nosotras mismas, con nuestra esencia a través de lo más primario y natural. El ajetreo de la vida diaria, el ruido, los coches, la contaminación, las prisas; todo ello son elementos artificiales que, en cierta forma, nos han programado para aceptarlos como elementos indispensables en las grandes ciudades donde vivimos. Y lo son, pero también el estrés y el cansancio mental que nos producen ¿O no? aunque a veces ni nos demos cuenta de ello.
Podemos amar nuestra ciudad y el ritmo de vida, Pero, a su vez deseamos escapar, porque mucho más allá de "recargar pilas" y pasar un día alejadas del mundanal ruido, lo cierto es que sus beneficios van mucho más allá de eso. La naturaleza y su poder de hacernos sentir más vivas tiene la capacidad de curar y sanar, precisamente a pacientes cuyas dolencias son el propio estrés y la ansiedad.
Un estudio publicado en la revista Nature de apenas hace dos años, asegura que vivir en áreas urbanas más verdes se asocia con menores probabilidades de enfermedades cardiovasculares, de obesidad, diabetes, hospitalización por asma, angustia mental, y en última instancia, hasta de mortalidad.
En el informe se explica cómo los participantes que pasaron tan solo dos horas en contacto con la naturaleza, reportaron mayores índices de salud y bienestar mental. Unos datos que podrán hacer replantearte el hecho de escaparte un poco más a menudo de tu entorno más artificioso. Otro estudio publicado el año pasado en la revista científica PNAS (Proceedings of the National Academy os Sciences) acaba de aportar con evidencias cómo hasta un paisaje sonoro natural mejora la salud.
El informe publicado en la revista PNAS, hace constar cómo no hace falta irse a un bosque, al campo o a la montaña para sentir que estamos rodeados de plena naturaleza. Lo curioso de esta investigación es que, asegura que con tan solo escuchar el sonido del viento en un parque, o un jardín sin gente, y sin ruido, aumenta el efecto positivo en nuestra mente y reducen el estrés y hasta las molestias físicas.
Los expertos llegaron a la conclusión de que, los sonidos naturales mejoran la salud en general, mientras haya una gran predominancia de sonido ambiente, como el piar de los pájaros, el viento, las hojas de los árboles moverse, quizás, el sonido del agua de una fuente, y por supuesto, en urbes con zonas de costa, el maravilloso sonido del mar. Todos estos sonidos muy en abundancia y una baja resonancia de sonidos antropogénicos o provocados por el hombre.
De esta forma, la sensibilización sobre los paisajes sonoros naturales en un parque pequeño, pueden darse, sin la intervención de ruido humano. También la posibilidad de visitar una vez a la semana un parque naural, sin duda, mejora la calidad de vida y la salud de sus visitantes, así que, ¿por qué no probar a visitar más nuestras zonas verdes?
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