De manera general, se denomina anemia al estado en el que se presenta un déficit de hemoglobina. Las razones que la provocan pueden ser variadas, por lo que se reconocen diferentes tipos de anemias. La anemia ferropénica es la más frecuente y está causada porque la falta de reservas de ...
De manera general, se denomina anemia al estado en el que se presenta un déficit de hemoglobina. Las razones que la provocan pueden ser variadas, por lo que se reconocen diferentes tipos de anemias. La anemia ferropénica es la más frecuente y está causada porque la falta de reservas de hierro impide que se forme adecuadamente la hemoglobina y, consecuentemente, los glóbulos rojos.
El consumo de hierro es necesario porque los glóbulos rojos tienen un periodo de vida útil de cuatro meses, aproximadamente. Tras este tiempo, el hierro que contienen es expulsado por la orina. Se calcula una eliminación de hierro de 1 a 2 mg. al día, que debe ser compensada con la ingesta alimentaria.
El déficit de hierro puede deberse a la escasa ingesta de hierro en la dieta y/o su mala absorción por parte del organismo o a las pérdidas de sangre (que implican la pérdida de hierro). Es posible que estas pérdidas de sangre, pasen desapercibidas y se produzcan por diferentes factores (como menstruación y hemorragias, por ejemplo).
La anemia ferropénica afecta especialmente a las mujeres ya que, a la pérdida por la orina, se añaden las pérdidas por la menstruación y deben hacer uso de las reservas existentes de hierro en el organismo para compensarla. Se calcula que, aproximadamente un 5 % de las mujeres en edad fértil, presentan anemia ferropénica.
Entre las causas más comunes que pueden provocar una anemia ferropénica se encuentran:
1-Cirugía bariátrica, que reduce la absorción de hierro.
2-Dieta baja en proteínas, como la vegetariana.
3-Donación de sangre inadecuada.
4-Problemas de absorción, como los asociados a la enfermedad de Crohn o la celiaquía.
5-Presencia de parásitos intestinales.
6-Sangrado menstrual abundante.
7-Sangrado del tracto digestivo, causado por la presencia de úlceras, por ejemplo.
Entre los síntomas de la anemia se incluyen, cuando el déficit de hierro es bajo, el dolor de cabeza, la fatiga, el cansancio, la irritabilidad y la disnea. Cuando la falta de hierro es elevada y se produce un escaso aporte de oxígeno a las células, pueden presentarse palpitaciones, mareos, desmayos, palidez y dificultad o imposibilidad de realizar actividades físicas. Si la anemia ferropénica es grave y no se trata de manera correcta, puede presentarse insuficiencia cardiaca.
El diagnóstico pasa por el estudio de los síntomas y un análisis de sangre en el que los valores de hemoglobina (y otros parámetros como la ferritina, por ejemplo) estarán por debajo de lo normal.
El tratamiento de la anemia ferropénica se realiza con fármacos que aporten hierro por vía oral, administrando las dosis diarias adecuadas para aumentar los niveles de hemoglobina. En casos extremos, se puede administrar hierro de forma intravenosa cuando exista pérdida continuada de sangre o baja absorción gastroduodenal.