¡Ya llega la astenia primaveral!

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by Ángela Zorrilla
Según la SEMG (Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia) los niños y ancianos son más sensibles a los efectos físicos producidos por los cambios ambientales de estación. No obstante, diversos estudios afirman que existe una prevalencia mayor de astenia primaveral en mujeres al estar directamente relacionada con los cambios hormonales.
 

La llegada de la primavera trae consigo muchos cambios: un aumento gradual de la temperatura que puede afectar al ritmo circadiano más horas de luz, lo que conlleva una segregación menor de melatonina, serotonina y noradrenalina; alteraciones en el estado de ánimo, porque la llegada de esta estación puede producir euforia y estrés o la tan temida aparición de la alergia al polen.

Es en este momento del año cuando hace presencia la astenia primaveral, un trastorno transitorio que padecen algunas personas durante la transición del invierno a la primavera. Se caracteriza, entre otros factores, por una sensación general de cansancio, falta de energía, dificultad para concentrarse, una disminución notable del apetito sexual o trastornos del sueño. Además, puede ser también consecuencia de un déficit de micronutrientes, por lo que es factible disminuir sus síntomas siguiendo una dieta rica en vitaminas, minerales y antioxidantes.

Da igual el sexo o la edad, cualquiera puede padecer astenia primaveral

La astenia puede afectar a cualquiera, independientemente de su sexo o edad y los síntomas pueden variar en gran medida de una persona a otra.

Aunque no hay cifras exactas, parece que las mujeres tienen más propensión que los hombres a padecer astenia primaveral, lo que podría estar relacionada directamente con los cambios hormonales que se producen especialmente durante los momentos de menstruación y la menopausia.

Diversos estudios señalan que en torno a un 40% de los españoles podría ser susceptible de padecer astenia primaveral. Además, y según informa la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), los niños y ancianos son más sensibles a los efectos físicos producidos por los cambios ambientales de estación.