El invierno somete a nuestra piel y cabello a cambios bruscos de temperatura. En exteriores, el frío y el viento afectan la barrera de hidratación natural, mientras que en interiores, la calefacción reduce los niveles de humedad y reseca el ambiente. Esto favorece la deshidratación, afectando la barrera protectora de ...
El invierno somete a nuestra piel y cabello a cambios bruscos de temperatura. En exteriores, el frío y el viento afectan la barrera de hidratación natural, mientras que en interiores, la calefacción reduce los niveles de humedad y reseca el ambiente. Esto favorece la deshidratación, afectando la barrera protectora de la piel y debilitando la fibra capilar. Además, el cuero cabelludo puede volverse más seco.
Como resultado, podemos notar:
Otros factores que agravan la sequedad son el uso de champús con sulfatos agresivos, el abuso de herramientas de calor como secadores y planchas o la falta de tratamientos hidratantes y nutritivos. Finalmente, puede influir seguir una alimentación deficiente en vitaminas y ácidos grasos esenciales.
Cuando la piel y el cabello pierden hidratación, se vuelven más frágiles y propensos al daño. La piel puede agrietarse, irritarse y presentar descamaciones, mientras que el cabello pierde brillo, flexibilidad y suavidad. "El cabello necesita estar hidratado para mantenerse elástico y resistente. Si se reseca demasiado, es más propenso a la rotura y al encrespamiento", explica Rosi Fernández, directora del Salón Ananda Ferdi.
Para prevenir la sequedad de la piel en invierno lo más importante es garantizar una correcta hidratación desde el interior. Una buena hidratación comienza con la alimentación y el consumo adecuado de agua. Incluir en la dieta alimentos ricos en ácidos grasos esenciales, como el aguacate, los frutos secos o el salmón, ayuda a mantener la piel y el cabello nutridos desde el interior.
Y, para evitar la sequedad capilar, es fundamental elegir un champú sin sulfatos y enriquecido con ingredientes hidratantes como el ácido hialurónico o los aminoácidos. "Alternar entre un champú de limpieza profunda y uno hidratante es una excelente estrategia para mantener el cuero cabelludo equilibrado", aconseja Rosi Fernández. También se aconseja el uso de acondicionador tras cada lavado y mascarillas una o dos veces por semana que ayudarán a sellar la hidratación y fortalecer la fibra capilar. Además, también es bueno para tu cabello aplicar aceites capilares en las puntas mantiene la cutícula protegida.
Paralelamente, el cuero cabelludo necesita atención especial en invierno. Un masaje con aceites esenciales estimula la circulación sanguínea y favorece un crecimiento capilar saludable. "Un masaje capilar no solo mejora la salud del cabello, sino que también reduce el estrés y nos ayuda a relajarnos", comenta Rosi Fernández.
Si la descamación o la sequedad son persistentes, es recomendable utilizar tratamientos nutritivos con fitoceúticos antioxidantes y péptidos, que revitalizan el cuero cabelludo y fortalecen el cabello desde la raíz.
En definitiva, el invierno puede ser desafiante para la piel y el cabello, pero con las rutinas adecuadas y los tratamientos correctos, es posible mantenerlos sanos e hidratados. "Cuidar el cabello y la piel no es solo una cuestión de estética, sino de bienestar. Con pequeños gestos diarios y tratamientos adecuados, podemos mantenerlos saludables y radiantes incluso en los meses más fríos", concluye Rosi Fernández