La culpa es una emoción secundaria que sentimos en el momento en el que nuestra conducta no coincide con la que marcan las normas morales. Desde la psicología, la culpa se relaciona con el contexto cultural porque, lo que en una cultura se considera incorrecto, puede ser aceptado en otra. ...
La culpa es una emoción secundaria que sentimos en el momento en el que nuestra conducta no coincide con la que marcan las normas morales. Desde la psicología, la culpa se relaciona con el contexto cultural porque, lo que en una cultura se considera incorrecto, puede ser aceptado en otra. Sería una emoción que establece la sociedad o que surge ante el juicio negativo de los demás. Se considera como la reacción a la convicción o conocimiento de que somos responsables de algo negativo (como una omisión o un daño) que nos hace sentir culpables.
Cuando la culpa se genera dentro del núcleo familiar, el sentimiento de culpa puede durar toda la vida porque, en edades tempranas, las personas no se cuestionan la realidad que se presenta. Así, los sentimientos de inferioridad o culpabilidad vividos a edades tempranas pueden ocasionar que nos convirtamos en adultos con sentimientos de inseguridad e inferioridad, una valoración personal negativa y una baja autoestima.
Los especialistas aportan varias indicaciones para identificar la culpa entre las que destacarían:
1-Te preocupas constantemente por haber podido molestar a los demás con lo que has hecho o dicho.
2-Piensas que podrías haber hecho las cosas mejor en cualquier ámbito de la vida.
3-Sientes la necesidad de reconocimiento o aprobación constante de los demás.
4-Eres excesivamente perfeccionista y, cuando las cosas no resultan ser perfectas, crees que ha sido por tu culpa.
5-Te consideras responsable del estado de ánimo de otras personas. Cuando los demás están de mal humor crees que has hecho algo mal.
6-Empleas habitualmente frases que implican obligación (debería, tendría o podría haber, fundamentalmente).
7-Generas para ti misma expectativas demasiado elevadas y te culpas cuando no consigues cumplirlas.
8-Permites que cualquier pequeño detalle sin importancia se convierta en una prolongada e intensa autocrítica.
9-Piensas que no mereces sentirte bien y si mereces sentirte mal.
10-Crees constantemente que si las cosas no van bien, se debe a algo que has dicho, hecho, o no has hecho tú.
El origen de la culpa puede ser variado (una discusión con tu pareja, un problema con un compañero de trabajo o la sensación de que no tienes tiempo para disfrutar con la familia, por ejemplo). La manera en la que viviremos la culpa dependerá de la interpretación o valoración que cada uno de nosotros hacemos de la situación.
Para poder afrontar la culpa es necesario que apliquemos la mayor objetividad posible, comprendiendo nuestra parte de responsabilidad pero también sabiendo analizar las diferentes variables que han podido influir en lo ocurrido. Es preciso reflexionar sobre el origen de nuestra culpa para transformarla en responsabilidad, entendiendo que, en ese momento, hicimos lo que debíamos o podíamos hacer, y en el futuro seremos capaces de hacer las cosas de otra forma.