El paso del tiempo, el estrés y los cambios hormonales suelen dejar huella en nuestro rostro. Y aunque muchas veces pensamos en tratamientos caros o soluciones cosméticas, hay una herramienta accesible, sencilla y poderosa que puede ayudarnos a tonificar la piel y redefinir el óvalo facial: el ejercicio facial. ¿Por qué ...
El paso del tiempo, el estrés y los cambios hormonales suelen dejar huella en nuestro rostro. Y aunque muchas veces pensamos en tratamientos caros o soluciones cosméticas, hay una herramienta accesible, sencilla y poderosa que puede ayudarnos a tonificar la piel y redefinir el óvalo facial: el ejercicio facial.
Igual que entrenamos glúteos o abdomen, también podemos entrenar los más de 40 músculos que componen el rostro. Con el tiempo, estos músculos tienden a debilitarse si no se activan, lo que contribuye a la flacidez, la pérdida de volumen o la aparición de arrugas más marcadas.
Además, al estimular el riego sanguíneo, mejoramos la oxigenación de la piel, favorecemos la producción de colágeno y ayudamos a liberar tensiones acumuladas (especialmente en mandíbula, frente y cejas).
Y lo mejor: no necesitas aparatos ni productos especiales. Solo tus manos limpias, un poco de constancia y ganas de cuidarte.
Te proponemos una rutina sencilla que puedes hacer frente al espejo después de tu rutina de limpieza. Si usas un aceite facial ligero, facilitarás el movimiento y nutrirás tu piel al mismo tiempo.
Inclina la cabeza ligeramente hacia atrás y lanza besos al techo, marcando bien el gesto de los labios. Hazlo durante 30 segundos.
Objetivo: Tonificar el cuello, la papada y la parte inferior del rostro.
Coloca los dedos índices sobre tus cejas y empújalas suavemente hacia arriba. Intenta cerrar los ojos manteniendo esa resistencia. Haz 10 repeticiones.
Objetivo: Trabajar los músculos del párpado superior y prevenir la caída de la mirada.
Abre mucho los ojos, como si te llevaras un susto, pero sin fruncir el ceño. Mantén la expresión 10 segundos y relaja. Repite 5 veces.
Objetivo: Ayudar a reducir las arrugas horizontales de la frente.
Haz una sonrisa exagerada (como de payaso), manteniéndola con fuerza durante 5 segundos, y luego relaja. Repite 10 veces.
Objetivo: Elevar los pómulos y combatir la flacidez de las mejillas.
Saca la lengua y muévela lentamente en círculos grandes alrededor de los labios (primero a un lado, luego al otro). Hazlo durante 30 segundos.
Objetivo: Fortalecer la zona peribucal y prevenir las arruguitas del contorno de labios.
Más allá de los resultados físicos, practicar ejercicios faciales puede ser una forma maravillosa de reconectar contigo misma, frenar el ritmo y observarte con amor. Al dedicarte unos minutos frente al espejo no solo estás tonificando tu piel, también estás cultivando autoestima y conciencia corporal.
Recuerda que los cambios no llegan de un día para otro, pero si mantienes la práctica con constancia (3 o 4 veces por semana), empezarás a notar una piel más firme, una expresión más relajada y una sensación de bienestar que va más allá de lo estético.
¿Preparada para incluir esta mini rutina en tu autocuidado semanal? Tu rostro y tu estado de ánimo te lo agradecerán.