El universo rompedor de Anna Weyant desemboca en el Thyssen 

María Robert

Se trata de la primera exposición monográfica en un museo de la artista canadiense

22/08/2025

La primera exposición monográfica en un museo de la artista canadiense Anna Weyant (Calgary, 1995) está en Madrid. En concreto, en el Thyssen. Dentro del programa de exposiciones dedicado a la colección de Blanca y Borja Thyssen-Bornemisza, la pinacoteca presenta hasta el 12 de octubre unos 26 lienzos y obras ...

La primera exposición monográfica en un museo de la artista canadiense Anna Weyant (Calgary, 1995) está en Madrid. En concreto, en el Thyssen. Dentro del programa de exposiciones dedicado a la colección de Blanca y Borja Thyssen-Bornemisza, la pinacoteca presenta hasta el 12 de octubre unos 26 lienzos y obras sobre papel de la joven y prometedora pintora, seleccionadas entre su producción más reciente.

Las obras de Weyant reflejan unas referencias artísticas que abarcan desde el Barroco hasta el arte de la primera mitad del siglo XX, periodos bien representados en el Museo Thyssen. La instalación muestra estos vínculos exhibiendo sus pinturas en un diálogo visual con cinco cuadros de la colección permanente seleccionados por la propia artista, entre los que se encuentran Mattia Preti, Magritte y Balthus, entre otros. 

Una mirada contemporánea de la tradición artística 

Conocida por sus pinturas protagonizadas por mujeres jóvenes, Weyant representa un mundo suspendido entre lo onírico y lo cotidiano, con un estilo figurativo moldeado por la tradición artística. Su iconografía retoma los géneros y las convenciones de la historia del arte desde una mirada contemporánea y remite tanto a la cultura popular estadounidense como a movimientos de la modernidad de entreguerras, como el surrealismo. Weyant mira al pasado pero también reflexiona sobre el presente, fusionando su técnica pictórica con un humor negro y una perspectiva feminista muy actual.

Durante los últimos ocho años, la artista se ha interesado por las complejidades de la adolescencia femenina. Sus personajes parecen vivir esta etapa entre la infancia y la edad adulta en un cuento de hadas o en una casa de muñecas, impregnados por una sensación de expectativa que continúa en un conjunto de naturalezas muertas, donde los objetos se muestran al borde del colapso: globos a medio inflar, lazos deshechos o flores casi marchitas.

Algunos de los lienzos de la colección Thyssen-Bornemisza que acompañan las obras de Anna Weyant conectan con este tema de la temporalidad, como la escena de género barroca El concierto (hacia 1630-1635), de Mattia Preti, o el Retrato de una joven de perfil con una máscara en la mano derecha (hacia 1720-1730), de Piazzetta. Y la incorporación de elementos siniestros que acechan los mundos de sus heroínas se percibe en el Retrato del Dr. Haustein (1928), de Christian Schad, en el que una figura espectral se cierne sobre el protagonista, o en la ilusión creada por Magritte en La llave de los campos (La Clef des champs) (1936). También se incluye en la exposición La partida de naipes (1948-1950), de Balthus. 

 


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