Hay personas con las que basta un café para sentirte renovada. Te ríes, compartes, te inspiras. Y luego están las otras: esas con las que, después de un rato, acabas agotada, de mal humor o con una sensación difusa de incomodidad. No es cosa tuya ni casualidad. Las relaciones humanas ...
Hay personas con las que basta un café para sentirte renovada. Te ríes, compartes, te inspiras. Y luego están las otras: esas con las que, después de un rato, acabas agotada, de mal humor o con una sensación difusa de incomodidad. No es cosa tuya ni casualidad. Las relaciones humanas tienen un impacto directo en nuestro nivel de energía. Y aprender a identificar quién te suma y quién te resta es una forma de autocuidado emocional que deberíamos practicar más.
No es cuestión de buenos o malos. Es cuestión de dinámicas. Hay personas que:
Y aunque no lo hagan con mala intención, su energía es densa. Te arrastran, te vacían. Por el contrario, hay personas que:
Con ellas, el tiempo fluye. Te vas mejor de lo que llegaste.
Muchas veces el cuerpo da señales antes que la mente:
Esas señales importan. No las minimices ni las tapes con excusas. Tu cuerpo sabe cuándo una relación te está afectando.
Sentirse drenada a menudo tiene que ver con una entrega desmedida. Damos más de lo que tenemos, sostenemos vínculos desequilibrados o no sabemos decir que no. Aquí es donde los límites se vuelven esenciales:
Poner límites no es egoísmo. Es higiene emocional.
Rodéate de quienes te hacen sentir ligera. Personas con las que:
No se trata de buscar relaciones perfectas, sino relaciones reales y sanas. Aquellas que te acompañan sin absorberte.
A veces una persona que antes te recargaba, hoy ya no vibra contigo. Y está bien. No todos los vínculos tienen que durar toda la vida. Algunas relaciones se transforman, otras se enfrían. Y eso también es parte del crecimiento personal.
Recuerda:
Rodéate de personas que te sumen. Y de las que te drenan… aléjate sin culpa. Porque tu paz también importa. Y se nota cuando la cuidas.