6 recomendaciones para el tratamiento de la indigestión

Carmen Reija

Lo que genéricamente conocemos como indigestión o digestión pesada se denomina clínicamente dispepsia. Es una afección muy incómoda que suele repetirse con demasiada frecuencia según indican las personas que la padecen. Se considera un problema médico que debe ser tratada por el especialista pues suele ser necesario pautar un tratamiento farmacológico para lograr la recuperación. Algunas recomendaciones generales pueden aliviar los síntomas, pero es necesario acudir a una consulta médica.  

20/10/2025

La indigestión o dispepsia se considera un problema frecuente y, normalmente puntual, que debe ser consultado al médico desde el primer momento en que se presente. Las causas son múltiples y los remedios numerosos, pero es imprescindible un diagnóstico correcto para evitar problemas o tratamientos inadecuados que generen alteraciones sistémicas.   La ...

La indigestión o dispepsia se considera un problema frecuente y, normalmente puntual, que debe ser consultado al médico desde el primer momento en que se presente. Las causas son múltiples y los remedios numerosos, pero es imprescindible un diagnóstico correcto para evitar problemas o tratamientos inadecuados que generen alteraciones sistémicas.

 

La clasificación es complicada porque quienes la padecen describen varias sensaciones diferentes que se mezclan y predominan según el momento. Se considera orgánica si se puede asociar a alguna causa directa a nivel del aparato digestivo (estómago, duodeno o esófago, por ejemplo) o a la administración de fármacos (antibióticos, AINE o antiarrítmicos, entre otros). La dispepsia funcional suele corresponder a un diagnóstico de exclusión al que se llega cuando no se encuentra una causa orgánica que justifique los síntomas que presentan los pacientes (como una úlcera, un problema biliar o reflujo, por ejemplo).

 

Consulta al médico para realizar el diagnóstico porque no todos los pacientes son iguales. Se suele realizar un estudio completo de los hábitos personales que incluye: consumo de alcohol, café y tabaco, momento en que aumenta el dolor (ayuno o digestión), mejoría o no al eructar y otros. Pueden solicitarse pruebas específicas en función de las respuestas que ha dado el paciente (el test de Helicobacter pylori, gastroscopias, análisis de sangre, heces y orina, etc.) y derivar al paciente al especialista.

 

Los especialistas señalan que el tratamiento se centra en combatir los síntomas y modificar la dieta y el estilo de vida. Entre las recomendaciones destacarían:

1-Comer de manera relajada, masticando con lentitud, sentado cómodamente y manteniendo un horario regular.

2-Disminuir el consumo de sustancias irritantes como alcohol, bebidas excitantes (como el té o el café) y tabaco.

3-Dormir adecuadamente siguiendo pautas que permitan descansar las horas necesarias para recuperar la energía perdida. Mejorar la cantidad y calidad del sueño es imprescindible para lograr un buen equilibrio. No acostarse inmediatamente después de comer para evitar que se presente reflujo gastroesofágico.

4-Utilizar prendas que no queden apretadas en la cintura para reducir la presión a ese nivel.

5-Reducir el estrés y realizar actividades relajantes (pasear, leer, nadar o la que mayor satisfacción genera).

6-Seguir una dieta adecuada (verduras, frutas, carne magra, pescado, etc.). Evitar las comidas copiosas o muy grasas (alimentos fritos, salsas, embutidos y especias picantes, fundamentalmente).

El médico pautará, a nivel farmacológico, medicamentos de alguno de los grupos que resultan eficaces a diferentes niveles. Antiácidos, bicarbonato sódico, carbonato cálcico, procinéticos, antisecretores gástricos o compuestos específicos (de magnesio, de aluminio, de magnesio y aluminio, etc.) Ningún fármaco resulta inocuo (aunque sea de uso frecuente y popular) porque presentan diferentes efectos secundarios que pueden llegar a ser peligrosos si son consumidos sin control médico.

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