Culpa por querer, por no querer, por decir que sí, por decir que no, por no estar "a la altura" de lo esperado, por sentir demasiado o por no sentir nada. Son heridas invisibles que muchas mujeres arrastran sin saberlo, fruto de una educación cargada de mensajes contradictorios. En esvivir.com ...
Culpa por querer, por no querer, por decir que sí, por decir que no, por no estar "a la altura" de lo esperado, por sentir demasiado o por no sentir nada. Son heridas invisibles que muchas mujeres arrastran sin saberlo, fruto de una educación cargada de mensajes contradictorios. En esvivir.com queremos ponerle nombre a estas emociones y darte claves para empezar a liberarte de ellas.
Desde niñas recibimos frases que se instalan en la memoria y en el cuerpo:
Estas advertencias, mezcladas con silencios y tabúes, generan una relación ambivalente con el deseo. De adultas, muchas mujeres sienten que disfrutar con libertad está "mal" o que no encajan en la imagen de una "buena mujer". Así nace la desconexión: el cuerpo quiere, pero la mente frena.
El resultado es un vínculo con la sexualidad atravesado por tensión y autoexigencia, donde la espontaneidad y el disfrute se ven limitados.
El mayor obstáculo es que rara vez hablamos de estas experiencias. Nos da vergüenza reconocerlas, creemos que "a estas alturas" no deberíamos sentirlas o comparamos nuestra vida íntima con lo que vemos en películas y redes. Pero la sexualidad real es compleja, personal y cambiante. Para empezar a reconciliarte con ella necesitas abrir un espacio de conversación: contigo misma, con otras mujeres, con tu pareja o con una terapeuta. Nombrar lo que te ocurre sin juzgarte ya es parte del proceso.
Responderlas no es sencillo, pero sí liberador. Bajo la culpa suele haber una necesidad profunda de validación, seguridad y libertad.
No se trata de "soltarse" de golpe ni de cumplir con un guion. Se trata de reconectar poco a poco con lo que tú realmente deseas:
La culpa no desaparece de la noche a la mañana, pero empieza a diluirse cuando dejas de esconderla.
El sexo no es solo físico: también es mental, emocional y simbólico. Y sobre todo, es tuyo por derecho. No necesitas validación externa para disfrutar, solo la decisión de vivir tu intimidad desde un lugar más libre y consciente. Porque mereces una sexualidad que no esté marcada por la culpa, sino por la conexión real contigo misma.