Ni silencio ni dramatismo, equilibrio emocional es lo que tu salud mental necesita

J.Lizcano

En un mundo que constantemente nos exige ser fuertes, resilientes y siempre "bien", muchas mujeres han aprendido a silenciar lo que sienten. O, por el contrario, a vivir sus emociones con una intensidad que a veces las desborda.

03/09/2025

Pero ¿qué pasa cuando nos guardamos lo que nos duele o cuando lo magnificamos tanto que nos consume? La respuesta está en nuestra salud mental. Porque callarse no siempre es sinónimo de fortaleza. A veces, es miedo. Miedo a incomodar, a ser juzgadas, a parecer débiles o "demasiado emocionales". Callar ...

Pero ¿qué pasa cuando nos guardamos lo que nos duele o cuando lo magnificamos tanto que nos consume? La respuesta está en nuestra salud mental. Porque callarse no siempre es sinónimo de fortaleza. A veces, es miedo. Miedo a incomodar, a ser juzgadas, a parecer débiles o "demasiado emocionales". Callar lo que sentimos es como ponerle una tapa a una olla a presión. Tarde o temprano, explota.

Pero, por otro lado, reprimir lo que sentimos tiene consecuencias que van más allá del momento.

- Ansiedad acumulada: Las emociones no expresadas no desaparecen, se almacenan. Y ese almacenamiento emocional puede convertirse en ansiedad, insomnio o incluso ataques de pánico.

- Desconexión emocional: Al no expresar lo que sentimos, empezamos a desconectarnos de nosotras mismas. Nos cuesta identificar qué nos duele, qué nos molesta o qué nos hace felices.

- Relaciones superficiales: Cuando no compartimos lo que realmente sentimos, nuestras relaciones se vuelven menos auténticas. Nos mostramos como creemos que debemos ser, no como realmente somos.

El drama como mecanismo de defensa

En el lado contrario, exagerar lo que sentimos puede ser una forma de pedir ayuda, de buscar atención o de validar nuestro dolor. Pero vivir en el drama constante también tiene sus riesgos.

- Agotamiento emocional: Sentir todo intensamente puede ser agotador. Vivir cada problema como una tragedia nos deja sin energía para lo realmente importante.

- Distorsión de la realidad: Cuando magnificamos las cosas, perdemos perspectiva. Un malentendido se convierte en una traición, una crítica en un ataque personal.

- Autoimagen negativa: El drama constante puede hacernos sentir inestables, poco confiables o incluso culpables por "ser demasiado".

No se trata de minimizar lo que sentimos, sino de aprender a ponerlo en contexto. El drama puede ser una forma de expresión, pero también puede convertirse en una prisión emocional. La clave está en el equilibrio. Ni callar, ni exagerar. Expresar lo que sentimos con honestidad, pero también con responsabilidad emocional.

Reprimir los sentimientos puede generar malestar emocional, afectar la salud mental y dificultar las relaciones personales. Guardarse lo que se siente impide procesar experiencias, mientras que dramatizar en exceso distorsiona la realidad y puede alejar a los demás. El equilibrio emocional se logra al expresar lo que se siente con honestidad y empatía, sin caer en extremos. Hablar desde la calma permite resolver conflictos, fortalecer vínculos y evitar que las emociones se acumulen hasta explotar. Ni el silencio absoluto ni la exageración constante son saludables: aprender a comunicar con claridad y respeto es clave para una vida emocionalmente sana.

Ser emocional no es ser débil

Las mujeres hemos sido históricamente etiquetadas como "demasiado emocionales". Pero sentir no es una debilidad, es una fortaleza. Lo importante es aprender a gestionar esas emociones, no a negarlas ni a sobredimensionarlas.

Tu salud mental merece que la cuides con amor, con palabras sinceras y con espacios donde puedas ser tú, sin filtros ni máscaras. Porque cuando aprendemos a expresar lo que sentimos con equilibrio, nos liberamos. Y en esa libertad, encontramos paz.

 

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