Hoy, en medio de grandes cambios sociales, culturales y de género, surge con más fuerza un modelo diferente: el hombre performativo, un hombre que se atreve a construir su identidad lejos de los moldes tradicionales, más consciente de sus emociones y más abierto a explorar una masculinidad que no teme ...
Hoy, en medio de grandes cambios sociales, culturales y de género, surge con más fuerza un modelo diferente: el hombre performativo, un hombre que se atreve a construir su identidad lejos de los moldes tradicionales, más consciente de sus emociones y más abierto a explorar una masculinidad que no teme mostrarse vulnerable.
El término "performativo" viene del campo de los estudios de género y la teoría queer, donde se entiende que la identidad no es algo fijo, sino que se construye y se expresa a través de actos, gestos, palabras y elecciones cotidianas. Un hombre performativo es aquel que reconoce que su masculinidad no está predeterminada por la biología ni por un rol social inamovible, sino que puede representarla y reinventarla de múltiples formas.
En lugar de encajar en una única definición de lo masculino, el hombre performativo elige conscientemente cómo quiere ser y mostrarse: sensible o fuerte, racional o intuitivo, proveedor o cuidador, o todo eso a la vez, sin sentir que alguna de esas facetas le resta valor.
La cultura del "los hombres no lloran" dejó huellas profundas en generaciones que crecieron reprimiendo emociones. Sin embargo, hoy los hombres performativos entienden que la sensibilidad no es un enemigo, sino una aliada. Un hombre que se muestra vulnerable no es débil; al contrario, demuestra valentía. Abrirse, compartir miedos, pedir ayuda o expresar ternura implica romper con la coraza cultural que se les impuso. En las relaciones de pareja, de amistad y familiares, esta sensibilidad abre caminos hacia vínculos más auténticos y saludables.
La masculinidad como un espectro
El hombre performativo rechaza los polos absolutos: ni la masculinidad "de hierro" ni una versión caricaturizada de lo "suave". Más bien, habita un espectro donde se pueden mezclar distintas formas de ser hombre. Se trata de aceptar que no existe un único modo legítimo de vivir la masculinidad, sino que cada persona puede diseñar el suyo.
Este enfoque libera no solo a los hombres, sino también a las mujeres y a quienes conviven con ellos. ¿Por qué? Porque rompe con las expectativas tradicionales: ya no es necesario que él sea siempre quien lleve el control, quien decida, quien esconda emociones. En cambio, se abre un espacio más equitativo, donde los roles se negocian y se comparten.
Performatividad y autenticidad
Podría sonar contradictorio hablar de performatividad y autenticidad en la misma frase. Sin embargo, el hombre performativo demuestra que ambas pueden coexistir. Si entendemos la performatividad como la capacidad de "actuar" roles y al mismo tiempo de transformarlos, lo que aparece no es una máscara, sino una oportunidad de ser más genuino.
Ser performativo no significa fingir, sino elegir conscientemente cómo quiero relacionarme conmigo mismo y con los demás. ¿Quiero ser un padre presente y emocionalmente disponible? ¿Quiero vestirme de una manera que no encaje en lo que se espera de mí como hombre? ¿Quiero hablar de mis miedos en voz alta? Todas esas elecciones son actos performativos que reflejan autenticidad.
Un cambio que también es social
No se trata solo de un cambio individual, sino de un movimiento cultural más amplio. La figura del hombre performativo aparece en el cine, la música, la literatura y, por supuesto, en la vida cotidiana. Desde actores que desafían la moda masculina convencional hasta padres que se organizan en redes de crianza afectiva, el mensaje es claro: los hombres pueden, y deben, salir de la jaula del estereotipo.
Este proceso no está exento de resistencias. Todavía hay entornos donde ser un hombre sensible se considera una amenaza a la virilidad. Pero cada vez más, la sociedad reconoce que este cambio no resta, sino que suma. Un hombre que se permite sentir, que cuida y se cuida, que reconoce la importancia del equilibrio emocional también enriquece a quienes lo rodean.
Hacia una masculinidad más libre
El hombre performativo es un símbolo de evolución. Representa la posibilidad de vivir la masculinidad de forma flexible, sensible y auténtica. No se trata de imponer un nuevo molde, sino de abrir la puerta a infinitas maneras de ser hombre.
En un mundo que cambia, donde las mujeres llevan décadas reclamando y conquistando espacios, es inspirador ver cómo los hombres también se replantean sus formas de estar y de amar. La masculinidad performativa no es una amenaza para nadie, sino una invitación a todos: a vivir más libres, más conscientes y más humanos.