A pesar de ser una alteración digestiva, al inicio puede debutar con un proceso respiratorio que induce a pensar en un problema a este nivel. Después aparecen los síntomas típicos de la gastroenteritis (diarrea, dolor de barriga, retortijones, fiebre, vómitos, cansancio y malestar general). Suele resolverse por sí mismo, pero ...
A pesar de ser una alteración digestiva, al inicio puede debutar con un proceso respiratorio que induce a pensar en un problema a este nivel. Después aparecen los síntomas típicos de la gastroenteritis (diarrea, dolor de barriga, retortijones, fiebre, vómitos, cansancio y malestar general). Suele resolverse por sí mismo, pero existe el riesgo de sufrir deshidratación por la pérdida de agua y electrolitos en las deposiciones líquidas que acompañan al proceso.
El tratamiento de la gastroenteritis aguda se centra en reducir los síntomas y aislar al paciente para evitar contagios. Deben seguirse escrupulosamente las indicaciones del médico para superarla en el menor tiempo posible. Mantener la higiene habitual es fundamental para reducir los contagios y que el enfermo se sienta mejor.
A nivel dietético, es imprescindible seguir las pautas médicas para reducir la duración y complejidad del proceso. Las recomendaciones varían en función del momento en que se encuentre la persona afectada. Destacarían:
1-Inicialmente, durante las primeras 4-6 horas (en los niños) o 12 horas (en los adultos) no se recomienda el consumo de alimentos sólidos. Se debe ingerir líquido para evitar la deshidratación proporcionando pequeños sorbos de agua a intervalos cortos sin forzar al enfermo para evitar que vomite. También se recomienda el consumo de suero oral y limonada alcalina (un litro de agua hervida y enfriada, el zumo de 3 limones, media cucharilla de bicarbonato, media de sal y 3 de azúcar).
2-Tras este primer momento de impacto, se introducirá gradualmente la dieta sólida, en pequeñas cantidades para comprobar la tolerancia. Entre los alimentos de consumo permitido se incluyen: puré de patata y zanahoria, huevo (pasado por agua, cocido o en tortilla elaborado con poco aceite), sopa (de arroz, de pescado o de zanahoria), pescado cocido o a la plancha (especialmente pescadilla, merluza, gallo, rape), carne de ave (pollo, pavo) cocida o a la plancha, frutas (manzana asada o rallada con unas gotas de limón, membrillo o plátano maduro) y pan blanco tostado.
3-Para volver a la normalidad y evitar recaídas, sería recomendable durante la semana posterior seguir unas pautas sencillas. Elegir una infusión de té o manzanilla poco concentrada con edulcorante y pan tostado para desayunar. Mantener la hidratación con agua, suero oral o limonada. No ingerir bebidas frías, con gas ni refrescos. Consumir yogures con probióticos y evitar la leche y otros derivados. No comer frutas y verduras crudas, especialmente las de hoja verde (acelgas, espinacas, lechugas, por ejemplo). No consumir alimentos integrales o frutos secos por su alto contenido en fibra que tiene efecto laxante. No tomar dulces ni azúcar refinado.
La recuperación está garantizada, aunque parezca imposible mientras la estás padeciendo. No desesperes porque en unos días te sentirás mejor. Cuídate, al menos durante una semana, para evitar recaídas.