La alta sensibilidad no es una enfermedad sino una característica que está presente en un porcentaje de la población relativamente bajo (aproximadamente un 15% o 20%, según los datos que manejan los expertos). Se considera que tiene un componente genético, aunque también puede deberse a experiencias sensoriales intensas en edades ...
La alta sensibilidad no es una enfermedad sino una característica que está presente en un porcentaje de la población relativamente bajo (aproximadamente un 15% o 20%, según los datos que manejan los expertos). Se considera que tiene un componente genético, aunque también puede deberse a experiencias sensoriales intensas en edades tempranas. Aprender a detectar la alta sensibilidad de un niño es importante para poder comunicarnos con él de forma eficaz y poder proporcionarles las rutinas y el control que precisan.
Los especialistas señalan que, entre las características de la alta sensibilidad de los niños destacarían:
-Presentan mayor sensibilidad a nivel emocional, un sistema nervioso central más reactivo ante estímulos sensoriales y un cerebro más perceptivo que recibe una gran cantidad de información de forma simultánea. Esto ocasiona que, ante situaciones normales y tolerables para otros niños, los niños con alta sensibilidad llegan a saturarse física y emocionalmente, pudiendo sentir ansiedad.
-Tienen una gran inteligencia emocional, que les lleva a percibir como suyas las emociones de los demás, incluso cuando miran una película o leen un cuento.
-Les resulta difícil adaptarse a los cambios.
-Dificultades para gestionar correctamente las emociones intensas.
-Cuando deben tomar decisiones con rapidez, deben hacer un esfuerzo extra que les resulta agotador porque tienen una percepción profunda de la realidad.
-En ocasiones, tienen un mayor desarrollo de uno o varios sentidos.
-Suelen presentar una gran capacidad creativa.
-Expresan reacciones exageradas (llanto, ira o tristeza profunda).
-Pueden presentar alteraciones físicas (alergias, piel atópica o dificultad para conciliar el sueño).
-Se muestran tímidos, reservados y perfeccionistas.
-Prefieren situaciones de tranquilidad. Pueden ser sensibles al dolor, a la luz, a los ruidos, a que los toquen, a los gritos o al conflicto, lo que puede provocar que se bloqueen rápidamente o expresen irritabilidad en situaciones que resultan violentas o desbordantes para ellos.
-Son muy empáticos y sensibles.
-Somatizan el estrés.
Los especialistas señalan que, entre las recomendaciones para ayudar a los niños con alta sensibilidad destacarían:
1-Ayudar en su autorregulación. Es necesario comprender la situación que el niño percibe y utilizar un tono de voz tranquilo y sosegado.
2-Entender sus reacciones, reconocer los desencadenantes de cada niño y utilizar distracciones adecuadas para manejar correctamente los estímulos sensoriales.
3-Facilitar la toma de decisiones. Ayudarle a entender que pueden equivocarse sin sufrimiento.
4-Implementar rutinas para darle seguridad, estabilidad y equilibrio y así reducir la sensación de estrés que le genera la incertidumbre.
5-Permitir momentos de inactividad. Encontrar paz en el medio de la actividad le ayudará a autorregularse y reducir la intensidad de la emoción que están sintiendo.
6-Proporcionar anticipación a los cambios que se puedan producir. Saber lo que va a pasar aumentará la probabilidad de aceptación dela nueva situación.