La salud mental ya es la mayor preocupación de salud en España: un 62% de la ciudadanía la sitúa en primer lugar. Yolanda Romero, especialista en infancia y adolescencia y directora técnica de ICEPS (Instituto Clínico de Psicología Infantil y del Adolescente), subraya la importancia de prevenir los problemas de ...
La salud mental ya es la mayor preocupación de salud en España: un 62% de la ciudadanía la sitúa en primer lugar. Yolanda Romero, especialista en infancia y adolescencia y directora técnica de ICEPS (Instituto Clínico de Psicología Infantil y del Adolescente), subraya la importancia de prevenir los problemas de salud mental desde los primeros años de vida. Según la experta, "la infancia es el momento en el que se construyen los cimientos del equilibrio emocional, la autonomía y la fortaleza interior que acompañarán al niño toda la vida".
Romero destaca que la prevención no se basa solo en la detección precoz de problemas, sino en educar con hábitos saludables, entornos estables y acompañamiento emocional coherente: "No se trata de formar superniños, sino niños felices, seguros y capaces de desplegar su propio potencial", afirma.
1. Crear buenos hábitos desde los primeros años.
La prevención empieza en lo cotidiano: vestirse, recoger la habitación o poner la mesa. Estas pequeñas rutinas fortalecen la voluntad, la concentración y la responsabilidad.
2. Fomentar la autonomía desde los cinco años.
Asumir pequeñas tareas cotidianas refuerza la seguridad, la confianza y la sensación de competencia, bases fundamentales de la autoestima.
3. Atender al desarrollo integral del niño.
El desarrollo emocional, social, cognitivo y físico debe avanzar equilibradamente. Descuidar una de estas áreas puede afectar al resto.
4. Cuidar el entorno familiar.
Un hogar estable, con amor incondicional, límites claros y coherencia, es el primer espacio de salud mental del niño.
5. Encontrar equilibrio en el acompañamiento.
Ni la sobreprotección ni la ausencia emocional favorecen un desarrollo sano. El acompañamiento adecuado es aquel que combina presencia y respeto a la autonomía.
6. Transmitir calma, coherencia y seguridad.
Los niños aprenden por imitación. Un adulto tranquilo y coherente enseña a autorregularse y manejar sus emociones.
7. Permitir que vivan sus emociones.
La frustración y el enfado son necesarios. Acompañar sin anular esas emociones ayuda a desarrollar resiliencia.
8. Aceptar los errores como parte del proceso.
No hay padres perfectos. Lo importante es estar, reconocer los errores y seguir acompañando, enseñando así tolerancia y aceptación.
9. Mantener regularidad con flexibilidad.
Las rutinas aportan seguridad, pero deben adaptarse a las necesidades del niño y del día a día familiar.
Romero advierte del riesgo de una infancia marcada por la presión y la sobreexigencia: "Hoy muchos niños viven bajo la presión de destacar o ser los mejores. Es esencial recordar que la infancia no debería convertirse en una carrera". Desde ICEPS, la psicóloga defiende "una prevención activa y natural, basada en la educación emocional, la convivencia saludable y el acompañamiento respetuoso. La clave está en educar para la vida, no para la perfección", asegura.