Dormir a mitad del día: por qué nos sienta tan bien Después de comer, gran parte de la energía se destina a la digestión, lo que provoca esa irresistible sensación de somnolencia. Si a eso le sumamos el estrés, las pantallas y las noches, que no siempre son tan reparadoras como ...
Dormir a mitad del día: por qué nos sienta tan bien
Después de comer, gran parte de la energía se destina a la digestión, lo que provoca esa irresistible sensación de somnolencia. Si a eso le sumamos el estrés, las pantallas y las noches, que no siempre son tan reparadoras como quisiéramos, la fórmula está clara: una siesta corta puede ser justo lo que tu cuerpo necesita.
Y no es solo sensación. Diversos estudios demuestran que una siesta breve mejora la concentración, la memoria y el estado de ánimo, reduce el estrés y hasta fortalece el sistema inmunitario. Dormir un poco a media tarde puede ser una de las formas más simples y efectivas de cuidar tu bienestar. Pero -como todo en la vida- hay que saber hacerlo bien.
La duración es clave. Si duermes demasiado, entras en una fase de sueño profundo y te despertarás con esa temida "resaca de siesta". Si duermes muy poco, el cuerpo no llega a relajarse.
Los expertos coinciden: el tiempo ideal es entre 10 y 30 minutos. Es suficiente para que el cerebro se recargue sin caer en fases profundas de sueño.
En cuanto a la hora, el mejor momento está entre las 13:00 y las 16:00, cuando los niveles naturales de energía descienden y el cuerpo pide una pausa.
Y un truco curioso que puede funcionar: el coffee nap. Consiste en tomarte un café justo antes de dormir. La cafeína tarda unos 20 minutos en hacer efecto, así que cuando despiertes te sentirás descansada y despejada.
1. Busca un lugar tranquilo. No tiene que ser una cama; un sofá, una tumbona o incluso el asiento del coche sirven si puedes reclinarte un poco.
2. Silencia el móvil. O al menos pon una alarma suave para no pasarte del tiempo.
3. Reduce la luz. Cierra las cortinas o usa un antifaz: menos estímulos, más descanso.
4. Cúbrete ligeramente. La temperatura corporal baja al dormir, y un pequeño abrigo ayuda a relajarte.
5. No te exijas dormir. A veces basta con cerrar los ojos y dejar que la mente repose.
La siesta no es una competición ni una obligación, es un regalo para tu cuerpo y tu mente.
Escucha a tu cuerpo. Habrá días en los que diez minutos basten y otros en los que necesites veinte. No se trata de seguir reglas, sino de encontrar tu propio equilibrio.
La próxima vez que alguien te diga que dormir a media tarde es de vagas, recuérdale que los países más productivos del mundo promueven el descanso consciente. La siesta no es un lujo: es una herramienta de bienestar.
Así que cuando sientas que el cuerpo te pide cerrar los ojos, hazle caso. Cinco, diez o veinte minutos pueden cambiarte el día. Porque, a veces, dormir un poco es la forma más rápida de despertar del todo.