Ir a la moda es insostenible. Este es el principal mensaje que traslada la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Según las últimas estimaciones de las Naciones Unidas, la industria de la moda produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos, ...
Ir a la moda es insostenible. Este es el principal mensaje que traslada la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Según las últimas estimaciones de las Naciones Unidas, la industria de la moda produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos, con consecuencias irreversibles para el cambio climático y el calentamiento global.
Las cifras de la UNCTAD coinciden con las estimaciones del Foro Económico Mundial, que calcula que cada año se producen alrededor de 150.000 millones de prendas, lo que convierte a la industria de la moda en responsable del 10 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
355 kg de CO₂, 12 m³ de agua y 523 kg de materias primas: el coste del consumo de ropa por persona en Europa
Según estimaciones del Parlamento Europeo, el consumo anual de ropa y textiles de cada ciudadano de la Unión Europea (UE) requiere 12.000 litros de agua y genera 355 kg de emisiones de gases de efecto invernadero. El consumo de ropa por persona y año en Europa también demanda 523 kg de materias primas y 323 m² de tierra, lo que genera un impacto completamente insostenible para el medio ambiente.
De acuerdo con los datos del Parlamento Europeo, la producción de una simple camiseta requiere 2.700 litros de agua dulce, lo que equivale al consumo de agua potable de una persona durante dos años y medio.
Nuevas medidas en la UE para reducir el desperdicio de textiles
Ante la amenaza que supone la industria de la moda para alcanzar los objetivos de transición ecológica de la UE, el Parlamento Europeo aprobó en septiembre una ley destinada a reducir el desperdicio de textiles y alimentos.
Esta nueva directiva impone limitaciones a todos los productores textiles, con especial presión sobre las marcas denominadas fast fashion, cuyo modelo de producción se basa en la renovación constante de colecciones y en la fabricación de prendas de baja calidad y bajo coste, fomentando así un consumo excesivo.
La directiva europea obliga a los países de la UE a adoptar, antes de 2029, nuevos regímenes de responsabilidad ampliada para las empresas productoras de ropa.
