La gripe y los catarros también se notan en la piel

J.Lizcano

Cuando pensamos en gripe o catarros, lo primero que viene a la mente son los estornudos, la congestión, la tos y ese agotamiento general que parece dejarnos sin energía. Pero pocas veces reparamos en algo igual de importante: la piel también sufre.

26/11/2025

Así, como lo lees. Ese brillo apagado, las rojeces inesperadas o la irritación alrededor de la nariz no son casualidad, sino un reflejo directo de cómo los virus y los cuidados (o descuidos) durante la enfermedad afectan a tu barrera cutánea. En este post vamos a analizar por qué ocurre, qué ...

Así, como lo lees. Ese brillo apagado, las rojeces inesperadas o la irritación alrededor de la nariz no son casualidad, sino un reflejo directo de cómo los virus y los cuidados (o descuidos) durante la enfermedad afectan a tu barrera cutánea.

En este post vamos a analizar por qué ocurre, qué señales debes observar y cómo puedes mimar tu piel para que no pague las consecuencias de un simple catarro.

1. La deshidratación: el enemigo silencioso

Cuando estás enferma, tu cuerpo utiliza más recursos de lo habitual para combatir la infección. Si a eso le sumas la fiebre, la sudoración y el hecho de que solemos beber menos agua, el resultado es una pérdida importante de hidratación.

La piel es la primera en evidenciarlo: se vuelve más tirante, pierde luminosidad y puede incluso descamarse. Además, una barrera cutánea deshidratada es más vulnerable, por lo que aumenta la posibilidad de irritaciones, picores y sensibilidad extrema. La clave aquí es reponer agua. Beber suficientes líquidos parece obvio, pero es el primer paso. En cuanto al cuidado facial, conviene utilizar hidratantes con ácido hialurónico, ceramidas o glicerina, que ayudan a retener agua y reparan la barrera natural.

2. Sonarse la nariz y castigar la piel

Es inevitable: durante un catarro, el pañuelo se convierte en tu mejor aliado. Pero en cada uso estás provocando una pequeña fricción repetida en la zona. ¿El resultado? Enrojecimiento, irritación e incluso dermatitis, sobre todo si usas pañuelos ásperos o de mala calidad.

La piel alrededor de la nariz es muy fina y sensible, por lo que esta agresión constante la debilita rápidamente. Para evitarlo, busca pañuelos suaves o con loción, y aplica una capa fina de bálsamo reparador (tipo cica, panthenol o petrolatum) varias veces al día para crear una barrera protectora.

3. Medicación que reseca la piel

Muchos tratamientos para la gripe y los resfriados, sobre todo los descongestivos y antihistamínicos, tienen un efecto secundario común: la sequedad. No solo en la mucosa nasal, también en los labios y la piel del rostro.

Si notas que tus labios están más sensibles o se agrietan con facilidad, no esperes: aplica un bálsamo nutritivo varias veces al día. Evita relamerlos, que solo empeora la situación.

Y en el rostro, intenta no introducir productos exfoliantes o demasiado fuertes mientras estás medicada. La piel necesita calma, hidratación y fórmulas suaves.

4. El estrés y la falta de sueño dejan huella

Estar enferma interrumpe el descanso y altera el nivel de estrés. Ambos factores se reflejan de forma inmediata en la piel. Puedes notar ojeras más marcadas, inflamación, brotes de acné o cuperosis, dependiendo de tu tipo de piel.

Para mitigar estos efectos, aplica compresas frías bajo los ojos, evita tocarte la cara y opta por una rutina minimalista: limpiador suave + hidratante + protector solar.

5. La importancia del ambiente: calefacción y aire seco

El invierno es época de catarros… y de calefacción. El aire caliente y seco que generan los radiadores empeora la deshidratación de la piel, provocando tirantez y pérdida de elasticidad.

Un pequeño truco: coloca un humidificador en tu habitación o incluso un cuenco con agua cerca del radiador. Verás cómo tu piel lo agradece.

6. Cómo cuidar tu piel durante la gripe (y recuperarla después)

Aquí una rutina sencilla y efectiva:

- Limpieza suave, sin perfumes ni exfoliantes.

- Hidratación intensiva, preferiblemente con ingredientes que reparen la barrera cutánea.

- Protección de zonas sensibles, como nariz y labios, con bálsamos espesos.

- Protector solar, incluso si no sales mucho; la piel enferma es más sensible.

- Mascarillas hidratantes dos o tres veces por semana para acelerar la recuperación.

La gripe y los catarros no solo afectan a tu bienestar general, sino también a tu piel. La buena noticia es que, con algunos cuidados específicos y una rutina más mimoso-terapéutica, puedes protegerla y ayudarla a recuperarse más rápido.

Tu piel, incluso cuando estás enferma, merece cariño. Y con estos consejos, atravesarás la temporada de resfriados con el rostro igual de radiante que siempre. ¿Lista para mimarte un poco más?

 

Mujer del Mes de Octubre: Neus Moya y su revolución con el calzado respetuoso
El aguacate en la menopausia: beneficios, recetas y cómo incorporarlo a la dieta
La maternidad sin estatus: por qué nuestra cultura no reconoce a las madres

Cookie Consent

This website uses cookies or similar technologies, to enhance your browsing experience and provide personalized recommendations. By continuing to use our website, you agree to our Privacy Policy