Hace unas semanas publicábamos una noticia sobre un estudio llevado a cabo por la aseguradora Línea Directa ("Y después de los Smartphone, ¿qué? Ciudadano Cyborg") que revelaba cierta predisposición de los españoles a convertirse en cyborgs mediante la integración de tecnología en su cuerpo. Pero otro apartado que ha pasado más desapercibido es casi más importante debido a las consecuencias que acarrea.

En el mismo estudio, un 45% de los encuestados (casi la mitad) admitía estar seguro de haber perdido capacidades cognitivas como la de memoria u orientación, debido a confiar totalmente en las nuevas tecnologías.

Por ejemplo, un 56% de los encuestados aseguró no poder recordar de memoria más de cuatro números de teléfono sin tener que consultarlos en la agenda del smartphone, mientras que el 50% indican estar seguros de sufrir problemas para poder llegar a un destino sin utilizar la asistencia del GPS, debiendo orientarse "manualmente" y sin ayuda de la tecnología.

Pese a estos resultados, no podemos extrapolar que el smartphone en particular o las tecnologías en general (como el ordenador e Internet) sean culpables de que, por ejemplo, la mayoría de las personas esté perdiendo capacidad de memoria.

Para poder llegar a tal conclusión, debería realizarse un estudio de mayor envergadura, que analizara una mayor cantidad de parámetros con una mayor amplitud de miras. Porque ¿es posible que estemos dedicando nuestra memoria a otros menesteres?

Los números telefónicos constituyen un dato muy concreto, tedioso de recordar y para el cual en el pasado hemos buscado ayudas como anotarlos en una agenda telefónica. Si acabamos recordando varios números es, simplemente, por haber repetido la marcación cuando realizábamos las llamadas, algo que no necesitamos hacer actualmente, solo recordar el nombre de la persona o entidad a telefonear para buscar el número en la agenda.

En cambio, el tema de la orientación sí es más peligroso, aunque hasta ahora hemos venido utilizando artilugios como los mapas en papel que, simplemente, con el GPS y los mapas en pantalla, se han ido refinando y ahora son interactivos e ilimitados, a diferencia de antes (que, en cuanto te salías del área indicada en el papel, ya tenías que buscar otro mapa...).

Así pues, creo que es necesario un estudio más amplio y focalizado en esta cuestión para poder determinar fehacientemente si, efectivamente, el uso de determinadas tecnologías nos lleva a perder capacidades cognitivas, o bien simplemente redirigimos nuestros esfuerzos en este sentido al sentirnos apoyados por la tecnología en aspectos de nuestra vida que son rutinarios.