Desde luego que son cosas apenas sin importancia, cotidianas, pero que nos sacan de quicio. Y aunque muchas veces las disfrazamos con una sonrisa educada, lo cierto es que odiarlas nos hace más humanas… y nos une más de lo que creemos. Así que, hoy vamos a desvelar voz a ...
Desde luego que son cosas apenas sin importancia, cotidianas, pero que nos sacan de quicio. Y aunque muchas veces las disfrazamos con una sonrisa educada, lo cierto es que odiarlas nos hace más humanas… y nos une más de lo que creemos. Así que, hoy vamos a desvelar voz a esas verdades silenciosas que nos unen a muchas mujeres, aunque nadie lo diga en voz alta.
1. La pregunta eterna: "¿Y el novio para cuándo?"
Nada más incómodo que las reuniones familiares o con amigas donde alguien, tarde o temprano, lanza la bomba: "¿Ya tienes novio?", "¿Para cuándo la boda?" o "Se te va a pasar el arroz". Como si nuestra valía estuviera atada a un anillo en el dedo. Muchas lo odiamos, pero a veces sonreímos y cambiamos de tema para no parecer "amargadas". Spoiler: no lo estamos, solo cansadas.
2. Los tacones que matan… pero se ven divinos
Amamos cómo estilizan las piernas, cómo levantan cualquier look y cómo nos hacen sentir poderosas. Pero nadie disfruta esas ampollas, el dolor de pies o el sufrimiento de llevarlos más de dos horas. Lo decimos bajito porque hay cierta presión por aguantar el glamour sin quejarse. La verdad: soñamos con llegar a casa y lanzarlos por la ventana.
3. La "sutil" competencia entre mujeres
Aunque nos encanta apoyarnos entre nosotras, también odiamos cuando alguien nos mira de arriba abajo y sentimos esa evaluación silenciosa de outfit, peso, maquillaje o éxito laboral. No lo mencionamos porque suena poco "sororo", pero es una realidad que muchas vivimos y que nos incomoda profundamente.
4. Los bolsos sin fondo
Un bolso grande es práctico, sí. Pero ¿por qué cuando más necesitamos encontrar algo -las llaves, el labial, el celular- parece que nuestro bolso se convierte en un agujero negro? Lo odiamos, aunque siempre repetimos el ritual de meter más cosas "por si acaso".
5. Que nos digan "tranquila" cuando estamos alteradas
Pocas frases nos encienden tanto como un "cálmate" o "estás exagerando". Nos molesta porque invalida lo que sentimos, como si expresar enfado o frustración fuera una falta de control. No lo decimos siempre, pero por dentro quisiéramos responder: "Tranquilo tú, que no estoy loca".
6. La depilación (en todas sus versiones)
Cera, depilación con hilo, láser… da igual. Todas odiamos el tiempo, el dolor y el dinero que implica mantener una piel suave "porque se ve mejor". Aunque cada vez más mujeres se liberan de esta presión estética, todavía muchas seguimos atrapadas en la rutina silenciosa de odiar la depilación, pero cumplir con ella.
7. Los sujetadores incómodos
Sí, hay modelos muy bonitos, pero ¿y esa varilla que se clava?, ¿ese elástico que aprieta demasiado? A veces parece que la lencería está diseñada para el ojo ajeno y no para nuestra comodidad. Por eso, al llegar a casa, lo primero que hacemos, y que pocas admitimos en público, es quitárnoslo con un suspiro de alivio.
8. Que nos llamen "señora" antes de tiempo
No es que haya nada malo con la palabra, pero la primera vez que alguien joven nos dice "señora" sentimos que nos ha caído encima un jarro de agua fría (y muy molesta). Lo odiamos en silencio, aunque en voz alta respondamos con una sonrisa forzada.
En definitiva, una serie de verdades compartidas tienen algo en común: nos unen como mujeres en experiencias que van desde lo gracioso hasta lo injusto. Hablar de ellas con humor, pero también con sinceridad, nos ayuda a normalizar que no siempre tenemos que callar. Porque sí, hay cosas que odiamos en silencio, pero que juntas podemos empezar a decir en voz alta.