Tal y como explicamos hace ya hace unos días, Google ha acabado confirmando la adquisición de Fitbit, reputada fabricante de dispositivos wearables (pulseras de fitness y smartwatches), en una operación valorada en 2.100 millones de dólares (unos 1.900 millones de euros). Sobre el futuro de la compañía adquirida quedaban varias preguntas ...
Tal y como explicamos hace ya hace unos días, Google ha acabado confirmando la adquisición de Fitbit, reputada fabricante de dispositivos wearables (pulseras de fitness y smartwatches), en una operación valorada en 2.100 millones de dólares (unos 1.900 millones de euros).
Sobre el futuro de la compañía adquirida quedaban varias preguntas en el aire como, por ejemplo, si su marca se mantendría o bien sería sustituida por la propia de Google, y si la plataforma software propia de Fitbit se diluiría en Wear OS, o bien se mantendría como una plataforma independiente, retroalimentándose mutuamente con la de Google.
Lo que parece claro, por lo menos si tenemos que juzgar por las palabras de Rick Osterloh (Vicepresidente de dispositivos y servicios de Google), es que continuará habiendo hardware fabricado por la compañía adquirida, así como software, por lo menos en corto plazo. Otra cosa es que vaya a pasar a medio/largo plazo.
La adquisición puede tener un profundo impacto en el ámbito de los dispositivos ehealth, ya que Fitbit nació precisamente con el enfoque de creación de dichos dispositivos en mente. Un campo al que Google no es ajena, pero en el cual carece de marca propia y, por lo tanto, no puede influir directamente.
En el terreno médico, y entre 2008 y 2012, la compañía de Sergey Brin y Larry Page dispuso de Google Health, un servicio de información de registros médicos, y actualmente -y ya con los wearables en mente- dispone de Google Fit, una app y servicio que permite monitorizar parámetros como el peso, los ejercicios realizados (con cálculo de distancias recorridas y quema de calorías realizada), seguimiento del ritmo cardíaco, o de la calidad del sueño.
Pero muchos fabricantes se implementan sus propias soluciones en cuanto al software, apps propias en el móvil que permiten la administración de sus wearables sin tener que recurrir al software de Google.
Es por ello que a la compañía de Mountain View le conviene disponer de una marca propia (o, en su defecto, un fabricante muy próximo, rol que podría desempeñar Fitbit como marca propiedad de la misma empresa) que recurra a sus soluciones software y servicios para garantizar que estos son ampliamente utilizados.
Todas las opciones están abiertas, por lo que el futuro dictará como debe ser la nueva Fitbit en manos de Google.
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